Nuevamente la cuestión que se pone en juego es el valor que le otorgamos a la vida y esto pone en discusión, la pandemia del coronavirus lo hace indirectamente, cómo se distribuyen, sea ya: los excedentes del sistema capitalista; el esfuerzo de cada uno de los individuos integrantes de un mismo colectivo; del poder y la representatividad en un mundo que inició el camino de la globalización pero toma medidas particulares, nacionalistas, para afrontar este flagelo.
La plusvalía es el excedente del esfuerzo humano mediante el trabajo y aquello que se distribuye, para algunos, de manera desigual y para otros, mercado mediante, de manera "justa" gracias a la "mano invisible". Acá la distribución ha tomado una forma histórica predominante que se conoce como capitalismo.
El mercado define la inclinación de la balanza y pondera ganadores y perdedores, ricos y pobres, meritorios y no meritorios que deben "asumir" su "destino". El fiel de la balanza sería ese "espíritu emprendedor, superador" que se alimenta de la "adversidad" y sobretodo de la "voluntad" de mejorar.
Pero lo que el mercado no señala es que muchos "entran en carrera" en condiciones desiguales: "algunos nacen con estrella y otros nacen estrellados".
Lo que esta pandemia pone en foco es justamente que todos incluidos en este "barco" que es el plantea tierra, no se salvan justamente por sus "dotes" o "dones" sino que estamos "librados al azar" del juego de la vida y la muerte porque "no hay riqueza que salve del contagio".
Lo que señaló claramente Macrón es que solamente el Estado, en este caso la salud pública, puede inclinar el fiel de la balanza para que "todos" podamos salvar el escollo de este virus que llegó para quedarse pero para ponernos a prueba como sociedad.
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