Paritaria docente 2017: el guardapolvo no se mancha

Queda claro que desde comienzos de este mes de marzo que ya concluye, en cuanto al tema de la paritaria docente, más allá o incluso, con la paritaria docente bonaerense, la cuestión se terminó posicionando como un claro ejemplo de polarización de los temas.
En la agenda informativa la problemática se abordó desde un saber superador desde los propios medios nacionales que, hasta llegaron a ningunear, en algunos programas televisivos, la figura y la tarea de los maestros en las aulas.
El tema, queda claro, no es netamente la cuestión salarial: el problema tiene varias aristas que involucran, necesariamente el reconocimiento a la labor de los docentes, que más allá de las aulas, enseñan incluso con el ejemplo de la lucha por sus mejoras en condiciones salariales y laborales. El tema de la salud laboral, infraestructura y planes de mejoramiento en la calidad educativa se ven soslayado por el tratamiento miope de los números monetarios.
Con la pluma y la palabra los maestros del país elevan su vos para visibilizar que el problema excede lo pecuniario: el dinero no lo es todo pero ayuda a la felicidad -sobretodo, teniendo en cuenta que gran parte de los docentes son mujeres que constituyen, en esta realidad aplastante, jefas de hogar que aportan el único ingreso monetario-.
Las movilizaciones multitudinarias; el acompañamiento de otros gremios y sindicatos de ramas tan ajenas como curtidores o bancarios; el anuncio de nuevos aumentos de tarifas; la perspectiva de una inflación que no deja de crecer; la memoria de un pasado al que no se quiere volver pero no se lo honra desde el Estado nacional, son algunas de las variantes que conforman el entramado de un marzo que se va más caliente que el verano que nos dejó.
Porque el guardapolvo no se mancha, aludiendo a la célebre frase de Maradona, porque la educación no es un gasto sino una inversión y no merece ser menospreciada por nadie, porque nadie elije "caer" sino toma aquellos caminos que puede o le permiten tomar.
Porque la educación y los jóvenes y niños no son una variable cambiable, no puede pensarse como una mutación de sentidos: lo que está en juego es el futuro pero con todos adentro, no con un sector olvidado y otro que no registra sus orígenes.
Por todo esto hoy la lucha de los docentes significa un camino de autoafirmación de los valores que como sociedad deberíamos enarbolar: el respeto y la dignidad deberían ir de la mano pero no es solamente responsabilidad de quienes enseñan sino, y sobretodo, de aquellos que asumieron el compromiso de guiar un país, una sociedad, desde las convicciones que enarbolaron pero, nuevamente, con todos adentro. Ni un solo maestro por debajo de la línea de pobreza; ni un solo chico con desnutrición en el país granero del mundo; ni un solo adulto mayor sin cobertura y una vejez digna; ni un solo ciudadano sin las posibilidades mínimas para poder desarrollarse y ser.

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