Conflicto docente: los tiempos se acaban junto con la paciencia

Llegamos a la culminación de la  segunda semana de conflicto docente en la provincia de Buenos Aires y no hay parangón alguno con otros inicios escolares donde la presión se palpa día a día, de uno y otro lado.
Algo parecido se vivió allí por el 2003 cuando en Entre Ríos los docentes no iniciaron las clases y fue por la intervención del novel presidente de entonces, Nestor Kirchner, que se levantó el paro tras un acuerdo y los fondos destinados a destrabarlo. Allí la Nación hizo su aporte para la solución.
Hoy la cosa parece diametralmente distinta: no hay paritaria nacional y se montó una estrategia provincial donde el número de oro es el 18, tope virtual de la inflación que ya, a esta altura del año, ni el gobierno puede sostener como una prolongación de lo que va a suceder en la economía.
Así las cosas, la provincia y los funcionarios de las áreas de economía, trabajo y educación se abroquelaron en un frente que cierra cada vez hacia el embudo de la Conciliación Obligatoria, y los gremios mayoritarios están eludiendo de distintas maneras: hasta dos jueces provinciales le dieron la derecha a los gremios en las presentaciones que vienen haciendo por las quitas y por los amedrentamientos de distintas índoles.
La puja va desde la obtención de los números de presentismo y ausentismo solicitado por el propio Ministerio de Trabajo, hasta el inicio de la activación a pedido en el Ministerio de Trabajo de la Nación de la Quita de la personería jurídica a esos gremios combativos que reclaman, por intermedio de la herramienta de la huelga, sus derechos.
La perspectiva está cada vez más oscura y los tiempos se acaban en torno de los intereses que se ven afectados indirectamente como es el derecho de los alumnos de recibir una educación de calidad, cosa que el Estado provincial no asume como propio en esta discusión, no solo por lo salarial, sino también por las condiciones laborales y de salud que se ven solapadas por el conflicto pecuniario.
Las paciencia se agota: de los docentes que van sintiendo cada vez más el rigor de la presión; de los padres que quieren a sus hijos en las escuelas; de los alumnos que ven aplazarse sus posibilidades y derechos a una educación digna; de los funcionarios y políticos que ven diluirse de manera alarmante el poco crédito político en la encuestas de imágen y en la opinión pública.
Semana próxima se avizora un frente de tormenta que puede desencadenarse en un aguacero o con un disipamiento de las nubes. Lo que está claro es que el arcoiris nunca sera el símbolo de una paz acordada en este conflicto que ha llevado las cosas al extremo. Las repercusiones se verán en agosto y sobretodo en las elecciones de medio término.

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